Find what feels good. (Hello, Welcome!)
Honestamente siento que esto será yet another blog. Lo siento.
Desconozco el substack etiquette para un primer post. No sé por qué decirle newsletter a esto si realmente me parece más un blog que un “boletín informativo” (¿quién quiere noticias de mi anyways? lol) pero bueno, seguro es porque aquí se mandan tus posts por correo cuando los publicas, o de repente sucede que la palabra blog quedó en el millennial graveyard de livejournal, wordpress, blogspot o hasta tumblr, no lo sé. Yo tuve (tengo) todos esos blogs y lo que siento es que eventualmente se me convierten en un cuadernillo de esos que compras, le escribes dos pendejadas y cierras para siempre. Probablemente con este pase igual. No he borrado esos otros multiples blogs de la faz de internet porque, al igual que esos cuadernos físicos, esas pendejadas en esos blogs para mi guardan una especie de timeline y me organizan un poco la cabeza, además que me recuerdan un poco la persona que alguna vez fui entonces de vez en cuando los revisito. Es una vaina muy personal y hasta cierto punto egocéntrica. Honestamente siento que la única de esas parcelas personales de internet que ha pasado the acid test of time ha sido Mi Tumblr, pero estoy muy desconectada de esa comunidad en general y como lamentablemente soy un ser social y allí me siento como un bicho raro la mayor parte del tiempo, decidí emprender camino hacia yet another internet site.
Y asi es como les digo que bueno, aquí estoy. No sé realmente cual será mi presencia en este lugar o si voy a durar demasiado pero si llegaste hasta aqui y quieres seguir leyendo, dale. No te voy a prometer contenido diverso cada x cantidad de tiempo, ni te voy a poner a pagar por mis mariqueras (maybe), pero de repente si usaré este espacio para lo que todo el mundo veo que lo usa: recomendar cosas, hablar de cualquier vaina relevante o irrelevante o ponerme filosófica over nothing. Igual como dicen algunos textos legales “the purpose might be as stated but wont be limited as the aforementioned”.
Como es mi primer post acá y me siento en la obligación de presentarme, aspecto que voy a omitir por el momento, voy más bien a advertirles que escribo en (y hablo) spanglish con absoluta normalidad, es parte de mi día a día. No sé si sea relevante mencionarlo porque honestamente no sé cuál es el status de la cruzada de odio contra la gente que escribe y habla así, pero algo que también deben saber de mi es que raramente estoy al día con las vainas que pasan en internet. Por ejemplo, vine a saber qué era un meme hace relativamente poco. So, there’s that. También escribo y hablo con groserías, a veces quisiera no hacerlo pero bueno, ahí tienen otro detalle inútil. También uso excesiva e innecesariamente la palabra “vaina”. Vayan tomando nota.
Sin más preámbulo pues, les dejo
Mi primera disertación en este prestigioso lugar de internet:

Este año ha sido de tantos cambios que es overwhelming pensar en todos al tiempo.
Es raro pensar que 2023 está por terminar su primera mitad y han pasado tantas cosas que parecen dos siglos presentados en fast forward en un par de minutos, si acaso esa contradicción es posible. Muchos de esos cambios han sido buenos, otros regulares, otros no tan buenos. Lo que sí indudablemente ha ocurrido es que estoy más consciente de lo mucho que corro y me ajetreo en el día a día y de como me olvido un poco de lo que es importante para mí en mis propios procesos de aprendizaje y hasta de socialización. También que soy un poco dura conmigo misma en la administración de mi tiempo y que si veo que alguna vaina que quiero o me gusta no tiene propósito, no le dedico atención en lo más mínimo regardless of wanting/liking it so little or so fucking much. De repente por eso es que dejé la música y la fotografía pero eso tal vez lo converse en otra ocasión (no creo).
Ayer que fue un día festivo en Colombia decidí trabajar un poco en la mañana para no dejar nada pendiente esta semana (porque hoy me voy a ver Barbenheimer y además estoy escribiendo esto que está tomando más tiempo del que estimé), y cuando terminé lo que tenía planificado, decidí de manera impulsiva tomarme el resto del día para hacer absolutamente nada de importancia. Yo había planeado lo siguiente:
hacer mercado,
comprar la comida de las perras,
cocinar algo rico y
limpiar;
actividades que son, a grandes rasgos, todo lo que constituye mi rutina de unos meses para aca en mis días de descanso y lo que hago para no sentirme una adulta irresponsable, y en vez de eso llamé a la recepción de mi edificio y les pedí que prepararan el el baño turco que a las 3 pm quería bajar para estar un rato allá. Como tenía mucho tiempo sin ir a un lugar de esos no recordaba mucho las “normas” y me empecé a desanimar con el trance de si “tengo que bajar el traje de baño o es en pelotas?” y ya me estaba estresando el dilema hasta que dije “ya pues, ya” y hablé con Bianca, mi amiga en Finlandia que pasa más tiempo en el baño turco que en su casa y me explicó que básicamente la cuestión es como mejor me parezca a mi, a menos que la administración diga lo contrario en un cartel. Que más bien estuviera pendiente de tener una toalla pequeña donde sentarme para no pegar el culo en esos bancos y agarrar un hongo horrible y terminar convirtiéndome en un clicker de esos de The Last of Us y listo, resuelto el problema. Yo soy una persona digamos que medianamente tímida por lo que estar desnuda en un área compartida (y menos de esa naturaleza tan íntima) es de lo último que haré en mi vida, y también desde bastante antes de COVID soy bastante germofóbica, así que dejé la pendejada y me puse mi traje de baño, un short y una franela, agarré la ya sugerida toallita y bajé.
No me llevé el celular ni nada más por lo que no tengo fotos o archivo documental de esa hora que transcurrió pero debo decir que fue una experiencia increíble. No voy a salir con el peo holístico del bienestar del alma y la mente ni les voy a contar de los múltiples beneficios del baño turco para la salud o el sistema inmune, todo eso está en internet. Solo les vengo a decir que personalmente, soltar el celular por una hora y meterme en un maldito cuarto hirviendo donde el vapor no te deja ver ni mierda, fue reparador en muchos niveles.
Cuando subí a la casa estaba pletórica, y no se que tan bien hable esto de mi salud mental pero, no recuerdo la última vez en que me sentí así de bien sin trabajar o estar de alguna manera asumiendo un rol de adulta funcional y altamente productiva ante una vaina, ante cualquier vaina. Simplemente puse a sonar Abbey Road en el tocadiscos y me eché en el sofá a refritear un libro de Raymond Carver, y me sentía como si hubiera ganado por segundo quarter el Excellence Award de la compañía en la que trabajo (me lo gané en enero).
Lo más interesante de esto es que pasado un rato no quería seguir leyendo, pero había como una fuerza interna obligándome a no soltar el libro para agarrar el celular to do the infamous infinite scroll. Era mi yo adicta a las cosas con “propósito” que me estaba reprochando tener ganas de cambiar a meaningful book por una tarea inútil como mirar reels infinitos de diseño de interiores (no tengo TikTok). Eventualmente dije “bueno, ¿qué vaina es?” y deje de leer y agarré el telefono, pedí un shawarma por Rappi y me puse a mirar casas bellas en internet.
A lo que voy con todo esto es que, es realmente imperceptible para mi cómo suelo ponerme excusas para no hacer lo que me gusta sino hacer “lo que tengo que hacer” y eso hasta cierto punto está bien, es decir, obviamente tengo responsabilidades y trabajo que me exigen bastante (bastante!), pero para esas cosas tengo horarios y planificaciones. No todo tiene que ser un peo de yo misma obligándome a ser productiva todo el tiempo. A veces está bien un dolce far niente.
¿A ustedes también les pasa?
Bueno, mi tarde de meditación y ocio terminó con un atardecer muy bello contemplado desde el suelo de mi balcón con una cobija de ovejo (sintética) encima porque Bogotá está mas fría que las nalgas de un pingüino. Aquí se lo dejo:
xo,
Ana S.
(asi voy a firmar mis entradas, o no, no sé todavía)